miércoles, 26 de octubre de 2011

La espalda de Olga Zubarry

El ángel desnudo, Carlos Hugo Christiansen, 1946

¿Adónde vamos a parar? La señora estaba indignada. Esa noche había ido al estreno de El ángel desnudo. Olga Zubarry, que apenas tenía 17 años, se desnudaba en la pantalla. Es decir, la cámara hacía un plano medio corto (no más allá de los hombros), quitándose el tapado. La lente rotaba y mostraba el primer plano del ruin de Guillermo Battaglia mirándola con codicia. Otro plano más largo dejaba ver la espalda desnuda hasta la cintura. Adónde vamos a parar.
Hace poco, cuando una señorita hizo el primer desnudo frontal ante las cámaras de televisión, el conductor dijo: “Hasta acá llego”. Mentira, el límite se correrá una y otra vez. Nada quedará librado a la imaginación. Ésta es la lógica mediática: un erotismo falso.
Lo erótico y lo obsceno no se diferencian en provocar la excitación sexual, sino en la función creadora del erotismo. Ya lo decía Platón, lo erótico libera el amor. Lo obsceno es onanista, circular, infecundo.
La diferencia entre lo erótico y lo obsceno es evidente. Basta mirar el fragmento en que Olga Zubarry se desnuda. Todo está en la mirada de Guillermo Battaglia. No hay más que mirar: http://www.youtube.com/watch?v=z83fbQ5yRlw. 

miércoles, 19 de octubre de 2011

El sexo azul

Marlene Dietrich

Había que componer Lola-Lola, la femme fatale de “El ángel azul” (1930). Marlene Dietrich empezó por la ropa. Entraba a las tiendas de lencería y desbarataba los muros hechos de cajas con puntillas. Seda negra como la noche, encajes arácnidos. Pero no había caso.
Recorrió entonces los mercados de pulgas donde se encontraba ropa usada a buen precio. Polleras de raso, chalecos rociados de lentejuelas. Tampoco.
Hasta que Marlene vio a un travesti con medias de seda negra sostenidas por ligas también negras y un sombrero blanco de copa. Ahí estaba Lola-Lola; Lola niña, todavía había que darle esa voz aguardentosa del Berlín decadente, pero ahí estaba.
El modelo de una de las vampiresas más despampanantes de la historia era un travesti, alguien que jugaba con las apariencias mejor de lo que lo haría cualquier mujer.